Nuestro cuerpo alberga en su interior un gran tesoro, nosotros mismos.
Somos seres que trascendemos en la vida eterna.
Creas o no en la eternidad, nuestra vida tiene un propósito, ser feliz.
Sin embargo muchas veces optamos por seguir el camino contrario a la felicidad y empezamos a generar en nosotros un desequilibrio que se percibe en nuestro organismo.
Nada de lo que tenemos se va con nosotros, ni siquiera nuestro cuerpo, pues este se desintegra y entonces es vital procurar que nuestra vida, la que vivimos día a día se vea colmada de felicidad, de paz, de armonía.
No se trata de ser feliz, hay que sentirse feliz. Lo primero depende de lo externo que ocurra a mi, lo segundo resulta de la plena convicción de saberse realmente feliz, sin que ello sea consecuencia de algo externo, sentirse feliz viene de dentro de nosotros.
Escucha, siente a tu cuerpo y concéntrate en mantenerlo con salud.
La felicidad, atrae pensamientos positivos y ello mantiene tu interior en armonía. El alma es el centro de nuestra vida y es ella quien parte a la eternidad.
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